lunes, 2 de junio de 2008

1996.


Pasamos días de luto
y noches en silencio
tardes enteras sin pronunciar palabras
hundiríamos nuestras vidas con una facilidad amarga, y un toque levemente ácido.
Y ella hablaba con sus manos, dejando sabores en boca.
Diciéndote todo lo que su estrecho corazón no podía.

Entendí que la comunicacion es una constante melodía rondando el aire y la ves cuando quieres.
Así que sus manos seguían contando cada día su historia.
Sin ni siquiera un roce de miradas yo lo asimilaba todo y hasta lo sentía en mi pecho, horas, días,
y semanas después, con la canela me decía cosas de su infancia y de como llegar a la adolescencia fue como cruzar descalza un campo de trigo dorado y espeso.
Las gotas de limón me susurraban de su intransigencia a la adultez y de como los melocotones endulzaban su vida y purificaban su alma libre.
Yo comencé a vivir para escucharle, pues era algo que no podía perderme
y acá estoy, ahora soy yo el que se expresa con las manos, y ahora eres tu el que escucha los sabores...

1 comentario:

Claudia Hernández dijo...

Qué bello texto ¿es tuyo? cuanta poesía con sabor y aroma... umh...